Alma,
alma gemela, mía...
Que en los arroyos
de la vida irrigas mi
tan sedienta lengua...
Mía en mí eres, alma,
desenfundando
los arcanos laberintos
de los deseos incógnitos
en esta piel que bien conoces,
reconociéndote a la vez
en sus reflejos de luna azul
iluminando tu faz de esperanza...
Mía eres, alma...
En ti sucumbir quiero
en los somnolientos momentos
de la madrugada entintada
de tus cándidas albas...
Quédate... quédate
urgando los orificios
de mi memoria que no olvida
el recordar quererte,
en los tan insuficientes
instantes del día...
Copyright© 2014 Rocío Vega-Ponce