Ya no les creo a lo que andan prometiendo el cielo y pasado el tiempo nos dejan envueltos en el mismo infierno.
Ya no les creo a quienes dicen nunca mentir, sin embargo es ese su modo de vivir, ya no creo en promesas huecas ni a los ecos de las calles, que obscurecen cada tarde.
Ya no les creo porque ha sido tanta las decepciones y frustraciones que no sólo han roto el mío sino también otros corazones.
Ya los creo a quienes aparecen para buscar el voto de confianza y alimentan esperanzas que después se encargan de matar de hambre.
Ya no le creo sino al trabajo y la conciencia que se debe esperar con paciencia lo que se desea y esforzarse con ánimo, sin desesperar, pues duro hay que trabajar para poder triunfar.