¡Ay, qué firmamento aquel!,
cuando yo estaba en el cielo,
y ahora sólo veo en lo más hondo...,
de mi ser, un techo sin cielo,
y Dios en el infierno,
como que me ha dejado sin soñar,
y sin sentir la gran pasión,
como que la ilusión desnudó aquí...,
por callar en nostalgía su agonía,
como que Dios ha dejado caer un ángel,
y es que El, esta buscando su alma,
un alma que llegó a descender desde lo más alto,
y Dios en el infierno,
pero, ¿qué hace Dios en el infierno?,
si es frío el invierno,
y que quema como hielo una piel,
que como mi cielo ilumina todo a su paso,
y ahora en el fondo de todo,
es muy amargo el latir de una piel,
cuando en lo prohibido queda un fiel,
que sigue a Dios en el infierno,
¡Ay, que frío en el invierno!,
aquel, cuando Dios bajó a la tierra,
y halló sólo muerte por la gran pasión,
que zucumbió en su paso,
y que hoy recuerda como si fuera ayer.