Cuando la vida frágil se someta
al fuerte impulso eterno del destino;
y la paz frene el propio desatino
habrá alcanzado la vida su meta;
y al pararse la mano siempre inquieta,
señalando con un dedo el camino,
mostrando el devenir a su vecino
cual certera da el norte la saeta;
entonces se verán surgir luceros,
luciérnagas lejanas nos esperan
haciéndonos los pasos llevaderos.
Recelos que del más allá aun imperan
sabremos si son regios y certeros,
o son sombras que al vacío huyeran.
14/4/14 j.ll.folch
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