El alma me pesa una tonelada,
De un suspiro blanco alivio carga.
Aun camino, Si aun puedo
Camino descalzo en hojas anaranjadas,
De un eterno otoño que dejaste.
Las hojas laceran profundo mi alma.
El corazón, carne viva, no cierra.
He llenado el alma de hojas secas
Marchitas, sin vida, disecadas
Por el tiempo. Maldita ironía.
Cada vez que las veo vuelven a ser verdes,
El alma deja de pesar, las nubes son amigas,
El azul está más cerca.
Estoy en Primavera.
Cierro el Telón, Ojos llenos de Sal.
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Samuel Díaz Palma