Sara (Bar literario)

Un año: El grito que no pudo callarse...

Usted rescate este corazón. Que ya es suyo y se cree extranjero de mi cuerpo

Ha pasado un año. Un año que se desnudó de tiempo. Y nos hizo sentir que la vida era un cerrar los ojos y vivir en el sueño.

Pero no le miento. La boca se me ha hecho de pez cuando empezaba a respirarlo. El cuerpo se hizo una persiana que se sube como un péndulo en la orilla de su ventana.

Quiero y no puedo. 

Y me duele el vértigo de no tenerlo. Como si fuera a caer de la realidad hasta mi locura. Que es no de mundo. Es de nombre- Y coexiste en mí como la pared que nos impide rezar a un Dios sin pedirle un milagro. Para finalmente creerle.

Pero a mi locura. De nudo, de alambre y papel mojado. Le creo, amor. Por eso le temo. Le temo a su risa, que se anuncia como vapor en el café. Siempre alerta de lo inevitable. Se escucha su murmullo y el silencio calla para escucharle.

 

Amor, amor de mí. Abrace a esta mujer y dele una espiga. Un fuego lento. Para crear una farola antes de que se haga oscura, la sonrisa de su pena.

Sabe que le grito ahora. Sabe que temo no poder acompañar a mi vida, hasta el regazo de su fe. Que la tiene usted en el espejo de sus ojos. Que es de su alma, lo suyo a lo mío. Siempre desde la esencia, lo he abrazado hasta la soledad de sentirlo y no conocer el rostro que describe el acertijo del mío.

 

Amor, amor de mí. No me suelte ahora que se hace cama, la grieta que nos separa las manos. Y nos tiene deambulando, como forajidos, fuera del beso que nos pertenece. 

Amor de mí. Tómeme las manos y no me deje. Hasta que se despierte la realidad y quiera vivirnos de nuevo.

No me deje...