Me gusta el atardecer,
del sol su languidecer,
amarillentos colores
que incentivan los amores.
El ocaso no entristece
por el contrario enriquece
tu búsqueda de interior,
que te hace superior.
Te convierte en mejor ser
y hasta te hace ver
lo grandioso de la vida
no porque yo se lo diga.
El crepúsculo es hermoso
como una parte del día
que no tiene algarabía
es tranquilo, es calmoso.
La tarde es transición
entre mañana y la noche
y en el mismo corazón
de amor produce derroche.
Enamorados observan
cuando la tarde se va
y sus ánimos enervan
con el cariño que da.
Ramón Oviedo
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