La alforja la llevas en el tapiz
De las azucenas,
En el limbo de tus esmaltados campos
Y en la pequeña brújula del día
Que se avecina entre tus mejillas.
La sapiensa se va alucinando,
La prudencia cabalga aprisa
Y la débil firmeza se asoma
Para lanzarse la carcajada.
Los pajarillos se han desvelado,
La flora grita del susto
Y la fauna gime
Ante la faena de la aurora.
Oh noche que te cansas de ver el reloj,
Impaciente porque el astro Rey
No ha salido;
Las estrellas vacilantes quieren
Alzar el vuelo hacia sus camas.
No te impacientes, oh noche,
No te impacientes,
Se está lavando los dientes de colgate
Y está puliendo sus rayos de granizo
Y la flama de su aliento
Ha quedado fresca.
Será que la frescura de sus diamantes
Hacen despertar la soñolienta codicia
Y su triste amor la riqueza
Ya ha ido a bañarse en la mentira
Y ha probado el desayuno del oro negro.
No salgas entre los gigantes dormidos,
Las constelaciones bailan a tu compás
Y los astros se desfiguran al moverse.
Levántate y duerme,
No salgas antes del que se levanta
Para cortar la lactosa de los árboles
Y no te fijes en el cansado reloj
Que ya no quiere sonar.
Pues la vida es una sonrisa,
La muerte la juventud eterna
Y el tiempo loco viajero
Que no se percata
De lo que pasa y hace.
El tiempo loco viajero
Y la vida se monta en su tren
Y viaja en su estrechado corazón.
Viaja y viaja sin fin…