Sátiras las bocas que te cuentan
palabras que caen rojas,
negras y opacas,
como fruta podrida
sobre el cuerpo que te guarda.
Las ves separadas
una a una,
pequeñitas,
con las letras justas,
tan lindas y serviciales.
Se ponen en fila,
penetran tu corteza,
como balas de plata
directo al corazón.
No hay protección.
Se meten por los ojos,
los oídos,
y la onda de sonido
que oscila con ritmo
punzante y catastrófico,
se sumerge
por toda tu piel.
Las heridas aparecen
en el interior,
minúsculas,
sangrantes.
Te recorren
como un río en expansión.
Pasan los días,
te perforan el alma.
Y sigues oyendo
a cada momento
las mismas palabras,
que oprimen el pecho
y florecen
como negros pimpollos
sobre el corazón.
Victoria Montes
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