Los músicos son
de todos los tiempos.
Ellos van dando
la vuelta al mundo,
fusionando otros
ritmos de diferentes
culturas. Dan y
dejan en sus
cantos placer
a los oídos
que acompañamos
a veces con danzas.
Otras, solo el
aquietar nuestras
almas y dejarnos
llevar a sueños
remotos.
Y cuando no
desprender
una lágrima de emoción,
que cae lentamente
y sin esfuerzo,
para dar lugar
a otra más
grande: la soledad
del cuerpo cansado
que se repone
sin temores.