Estoy hundida en el silencio de la espera
mientras las nubes deslizan su blancura
como hábiles patinadoras en un cielo
de plácido azul, acogedor y amante.
Estoy hundida en la paciente espera
de los rayos del sol que me entibió un día
-y volverá, yo sé, me lo ha anunciado…-
ya no puede esconderse en el olvido.
El vendrá tendido en un carro de ternuras
traído por ágiles corceles del destino
la voz del viento empujará su paso
y la canción del perdón será su abrigo.