la negra rodriguez

UN \"DIOS DE ÉBANO\"

Lo conoció una tarde en la que con el grupo de teatro fueronal Centro de Rehabilitación, (en la última década del  siglo anterior); pertenecía al grupo” Los Rumberos del son”. Estaban con los preparativos, previos  a la presentación, cuando  se le acercó, le preguntó  su nombre, se lo  dio y señalándole a quien,  en aquel entonces  era  su pareja, agregó: Y ese que está ahí es mi esposo. -Perdón dijo_  y se apartó, discretamente. Mas fue en ese momento en que sintió que algo extraño le sucedía: una cálida sensación, temor, atracción irremediable, no pudo evitarlo, no pudo.

Desde entonces se convirtió en su fan numero uno. Una fuerza invencible la empujaba a pensar en él,  a querer protegerlo, a seguirlo. No se perdía  ninguna de sus presentaciones. Y es que era un espectáculo verlo en el escenario. Su tez oscura, su porte gallardo, su sonrisa,  simulaban  a un \"dios de ébano\" que incitaba a la adoración profana.

El sabía que  al correrse el telón, ella estaría en primera fila esperando ansiosamente que aparezca; y la buscaba  con la mirada hasta encontrar su ubicación, se inclinaba mostrándole el pulgar  derecho hacia arriba. Mayor calidez, no podía sentirse. Y una vez empezado el show, su imagen crecía. Se robaba  la atención del público que lo ovacionaba por sus magistrales  interpretaciones. Pero lo que más gustaba y  la concurrencia  pedía a gritos era “A la mina no voy”  en  su versión muy particular  con una introducción propia  en la que ponía toda su fuerza interpretativa, la cantaba a capela y  en combinación con el juego de luces especiales,  hacían de ese momento, mágico. Ella, lo admiraba, lo adoraba secretamente, pero  era más que sabido que no estaban en el mismo destino. Igual le regaló dos fotografías, que pensó, no les daba importancia, pero dicen que cuando falleció en  el pequeño  cuartito del  centro de reclusión, las tenía sobre una mesita, adornadas con flores.

Su vida fue tormentosa, por error de la policía, lo detuvieron, y cuando estaba a punto de conseguir su libertad, la muerte le cortó el paso.

Para ella fue un sueño prohibido, pero por imposible, añorado. En realidad era una locura, una irresponsabilidad que pudo traerle  serias consecuencias. Lloró  su muerte, pero se  refugió en el calor, del que en ese tiempo era si hogar…