El rio baja manso con su vientre
lleno de frìo y de peces.
Con unas cuantas perlas
la primavera lo pinta todo.
El verde inunda lo mustio.
Ahì tu cuerpo es parte del paisaje
polìcroma te pierdes en el follaje,
mi mano hace parte tuya
y nace por doquier.
Tus ojos viven con luz propia.
Tu labios cargados, en racimos
de besos me embriagan.
Hay màs gasto de oxigeno y fuerza.
Somos uno.
Uniòn de alma y cielo.
Pasan libres las aves por el eter.
El rìo sigue como si nada
y ya exhaustos nos seguimos viendo,
amàndonos con la mirada.
Otro tipo de rocìo nos moja.
Tu alada mano vuela por mi piel
y la magia continùa.
Es tan maravilloso saber
que no existimos, que somos el mundo,
puès lo demàs no està.
Dejo de ser yo para morar en ti
y y tu dejas que sienta tu flèbil
serpentear para degustar
a manos llenas tus lacteas formas.
Las mariposas del vientre
vuelan por todos lados.
Siento que todo lo eres tu,
el mismo cielo, las aves,
el rìo, la naturaleza,
el aire que se respira,
giran en torno tuyo
como este momento.
Ahora desgranas los ùltimos
besos sobre mi sexo
y debemos nacer a la ausencia,
hasta el instante en que
el verde se pinte
de nuevo en el sueño.