Quise encontrarte al final de mi botella
ahogarte en la inmensidad de mi llanto.
Amargo como el vino que tomaba
sabiendo que contigo perdía la batalla.
Quise encontrarte en mis oraciones
en las cruces del calvario imaginario.
Vanas rezanderas, hipócritas emociones,
no pude encontrarte ni en las canciones.
Levanto mi mirada a la altura de las nubes,
parece que veo la luz del sol aparecer
es tu sonrisa, más bella que el atardecer.
Parece un sueño, pero en serio ahí estás.
Y ahí estás, en cada verso que no escribo,
en cada noche que paso solitario.
Y ahí estás, en mis lágrimas, puro olvido,
en cada sueño que no he vivido.