¡Gracias amor de mis ojos,
por abrazarte a mis alas!
Ojalá de amor te hicieras
cuando de joven soñaba,
que en una parte del mundo
se encontraría mi amada.
pa ra encontrarme estas aguas,
vida y aliento a mi alma;
y ahora al paso del tiempo
se me presenta esta dama,
a quien la quiero y la tengo
muy dentro de mis entrañas;
pues digo con todo acierto
¡ay!, de mí, si me faltara,
me moriría de hastío
como se muere una barca
en los juncales sin vida,
sobre la arena enterrada.
Y pido a la Providencia
que mientras viva la dama,
pensando que ya lo es
la que tanto yo buscaba,
y ahora que está en mi pecho
que nunca jamás se me vaya,
porque la tengo esparcida
por las selvas de mi patria;
por eso quiero vivir
el amor de su palabra,
y los besos de su boca
y caricias de sus arpas,
arpas que son sus ojos,
ojos de vidrio y de nácar,
que son los que yo venero,
y son los que yo buscaba,
desde aquella juventud,
mustia, triste y solitaria;
por eso quiero vivir
los días que ya me faltan…,
con esta divina diosa,
con esta diosa del alma,
la que tanto yo soñé,
por donde poder hallarla