El tiempo va pasando
y aunque trate de ignorarlo
hay ciertas situaciones
que me lo van recordando.
En cierto punto impreciso de la vida
llega ese lapso en el que todo cambia,
aminora su marcha o se detiene
obligándote a cambiar de sintonía.
Yo solía tener cada mañana
una cita de naturaleza colmada
y de su ternura infinita bendecida
a cielo abierto caminaba.
Séis u ocho kilómetros
que me renovaban el alma
por senderos solitarios
que la brisa acariciaba.
No quedó ningún lugar
de los alrededores por visitar,
horizontes de mi bello pueblo
muy difíciles de olvidar.
Aquella época para mi fue especial,
inspiradora de cientos de poesías
percibiendo cada mañana las caricias
de placenteras emociones sin igual
tan radiantes como el sol al clarear.
Pero ahora las cosas cambiaron,
el tiempo, como dije, va pasando
y los achaques hicieron su aparición
y por prescripción facultativa
me limitaron las salidas.
¡Lo más lejos al Parque Fluvial
que es relajante y natural,
de Buñol un paraje de ensueño
aunque ello no me sirva de consuelo!
Pero voy descubriendo día a día
con inusitado asombro y alegría
nuevas sorpresas y satisfacciones
que nunca soñé que existirían.
Fina