Raúl Daniel

La Verdad

La Verdad

 

La verdad grita en las plazas, susurra en las esquinas, pide ser oída...

No es ese sueño que te inculcaron siendo niño o niña,

la verdad no está en la ciencia ni en la filosofía.

Cuando alguien dijo “-Aprendan de mí que soy humilde”,

la verdad hablaba... la verdad decía...

la verdad es en realidad una forma de vida.

 

Ese sueño de “triunfar”, de ganar mucho dinero... de tener fama,

que te perturba en tu cama y no te deja dormir,

¡te hicieron creer que era tuyo!, lo metieron en tu alma...

como a todo: con la propaganda; pero, la verdad te llama,

agazapada desde dentro de tu almohada.

 

No te dejes engañar como los que creyeron

que la verdad era el poder o el conocimiento...

que serían como dioses sabiendo el bien y el mal...

pero no lo consiguieron; cuando tú amas a Dios primero,

y a los demás con corazón sincero,

si tu alma no se llena de fútil engreimiento

y eres simple en tus sentimientos:

haz  hallado el camino a la verdad y a tu destino;

tu corazón te dirá lo que debes hacer

y cuál es tu misión en esta vida,

te dará la profesión debida, la meta correcta.

 

No copiarás los sueños ajenos, sino que harás tu auténtico sendero.

Si los sueños que sigues son tuyos propios, sólo hay una posibilidad,

y es que triunfes, sea que fabriques escobas o que construyas rascacielos;

no te afanes por cómo o con quién será; lo necesario

se consigue en el camino (a cada paso que das).

 

La verdad es ¡justamente no mentir! y practicar la justicia,

ser magnánimo y altruista,

compartiendo lo que tienes con los que necesitan,

no delinquir, no estafar, dar, dar y ¡dar!

 

Si limpias tu corazón de la basura

de la ambición por tener lo que tienen los demás,

lo dejarás libre para ser lo que debe ser: ¡una fuente de amor!;

y, al ser libre conocerás la verdad, qué, a su vez, acrecentará tu libertad,

en una vorágine de excelso placer, viviendo en la verdad,

que es el amor y no el conocimiento, (como ya El Maestro nos dijo),

porque la única y última verdad, es Dios

¡en el amor de Nuestro Señor Jesucristo!