Ecos inquietantes,
retumban
donde el mundo se desvela,
y los recuerdos regurgitan
tiempos muertos,
acompañados de sombras que hablan
y pensamientos que vuelan,
perdidos,
entre minutos y horas a la deriva,
que nacen y sucumben,
y arden,
como el oxigeno en el fuego,
igual como se queman
los sueños absurdos
tratando de dar vida
a los deseos,
al afecto ,
que se han difuminado
en la tiniebla del tiempo,
de la distancia;
semillas de la soledad
que va poco a poco
germinando la aurora.