No pedí perdón.
Ya tantas veces
me dije que lo sentía,
que si la falta existe,
también existirán
otros \"faltantes\"
y conspiradores.
No fui a misa
o celebraciones.
Ni me vestí como
santa o pagana.
No dije sí ni no,
ni aquel, ni aquella.
Me encerré en mi cuarto
y mi silencio;
para no ver un mar,
allí donde se quebraba
una gota.
Preferí callar
a decir,
porque de nada sirve
defenderse de los que acusan,
o señalarles el tronco gigante
en sus espaldas,
o la mentira,
allí en donde proclaman
sus verdades.
Preferí callar.
Dejar que la vida
viviera sus ficciones,
y que la muerte
arrullara de la vida,
sus bajezas,
hasta dormirlas
en un lecho
eterno, fiel
por siempre.
A tantas muertes,
tantas culpas.