Juan Senda
(((((( CARÁCTER DE LA LUBINA))))))
CARÁCTER DE LA LUBINA
La Lubina o Robaliza (Dicentrarchus labrax).
En “Redes e Peixes Saberes dun Mariñeiro”
de Xavier Rodríguez Vergara nos dice que la
lubina es un pez que por mucha hambre que
tenga, en ciertos sitios no entra a comer
porque esas partes le huelen a peligro. Puede
estar muriéndose de hambre y desde lejos
oler la carnada que comería de buena gana,
pero en este caso se queda quieta como
pensativa, y decide no entrar y se va del
lugar por la sombra y a ras del fondo, porque
sabe que allí inexorablemente morirá, como
antes murieron sus compañeras.
El carácter de este animal es cauto y
disciplinado; a veces parece que tiene
inteligencia tal como un ser humano, porque
aunque llevándole la vida entrar a comer
como los otros peces, dentro del arte de
pesca llamada cuchara, su modo de ser le
manda que se vaya a ras del fondo buscando
aquellas partes donde abunden cangrejos
blancos, lombrices, larvitas del limo o el
famoso mangón, que está enterrado en la
playa y al subir la marea se descubre y se
pone con su cabeza a flor de arena, pues en
ese momento es cuando la robaliza puede
saciarse de ese bocado que tanto le gusta.
La lubina no sólo come larvas y crustáceos
que cría el fondo del mar, también come la
carne de otros peces tales como el lirio,
sardina, caballa o sardinita fresca. Pero
siendo viva se muere por ella cuando por la
ría está en bancos. Cuando esto sucede que el
banco va sobre la superficie ella se pone por
debajo del banco y de esta manera, se puede
hartar de ellas. Si en ese momento alguien
está pescando en ese punto de mar a la
lubina con sardinita viva, es capaz de coger
todas las lubinas que haya por debajo del
banco de la sardinita.
La lubina está habituada a andar por el fondo
de las rías y a frecuentar mayormente las
playas, pero siempre cerca de la rompiente de
los golpes de mar y por todas las partes
donde se crían eses pequeñitos cangrejos
blancos y duros y la variedad de lombrices
que viven bajo las arenas de la playa. En el
inverno come mucho cangrejo (patexo). Pero
en los veranos, cuando vienen los bancos de
sardinita la lubina parece enloquecer de
ansiedad que por ningún momento deja de ir
tras de ella para poder llenar su estómago de
uno de los bocados más exquisitos que tiene
este serio y disciplinado pez.
La lubina quizá sea el pez más sabedor del
peligro y sumamente la más desconfiada del
resto de las especies que viven en las pocas
brazas de nuestros cercanos mares. Todo en
cuanto a las artes de pesca que le tiende el
pescador. Con un pequeño golpe que sienta
se va rapidamente de la parte donde este. Es
muy sensible, porque ante una simple
presencia que no le guste, da media vuelta y
se va. Este pez tiene una vista extraordinaria
e intuición a todas las sombras de las redes,
pero por la noche, parece despreocuparse de
su astucia, por lo que cae en las artes de
malla como cualquier pez. Esto pasa porque
al pobre animal aunque conoce el piso o lugar
por donde va nadando, ella cae en el la red
porque le falta la luz; pues la sombra de la
costa es tan potente que a veces, en una
simple barquilla, no se conocen las personas,
sólo su voz. Por esta razón el animal cae en
la red y muere como todos los peces. Cuando
se ve enganchada en las mallas del embalo
parece lamentarse de su doble instinto y
disciplinado modo de ver las cosas antes de
darle al rabo.
Sin embargo, los días de luna llena es muy
raro que malle este animal en la red, y a
pesar de que pueda estar cercado dentro de
la red, se aguantará quieta con el vientre
pegado a las piedras del fondo hasta que la
sombra del embalo se vaya para que luego
tome lentamente su libertad. De día, para que
malle alguna en el embalo o tramallo, tiene
que ser a base de golpes con los remos
contra la embarcación y al tiempo ir
tirándoles grandes piedras por las partes
donde ellas andan. De la única forma que
mallan de día, es tirándoles la prohibida y
condenable dinamita. De esta desgraciada
criminalidad es cuando este precioso animal,
es forzado a morir mallado y reventado por la
fuerza del estampido bajo las pocas brazas de
agua.
Cuando en la playa son cercadas por la
rapeta
o por el bou, tanto de noche como de día,
todas ellas intentarán irse por debajo de la
relinga emplomada y ninguna se mete
dentro
del copo o copeada hasta que dicha relinga
llegue a las manos de los rapeteros. Una vez
las dos bandas de la red de la rapeta estén
en tierra, siempre se va alguna entre las
piernas de los rapeteros, entonces si seca la
marea alguna se puede quedar en seco, pero
como saben que el mar está a pocos metros
de ellas, con su astucia hacen surcos en la
arena mojada dándole a la cola y a la cabeza
y algunas alcanzan su libertad porque
ninguno de los raperteros se entera por estar
enfaenados con el copo, que es la parte
donde se concentra todo el pescado que se
coge en un solo lance.
Esto, se sabe porque ellas mismas nos han
enseñado a vigilarlas en su duro y
sacrificado
esfuerzo de tomar su libertad haciendo ese
surco sobre la arena mojada o bien en un
simple medio centímetro de agua se van
igual. Aunque no hubiese ni medio
centímetro de agua, se irían facilmente
porque saben perfectamente para que lado
les queda el mar. Si alguna robaliza entra en
el copo de la rapeta es cuando enviste con los
pies de los rapeteros.
Desde siempre fue muy perseguida con los
embalos y tramallos y también con las
rapetas en las playas bravas y mansas. Pero
lo que más gravado tiene en sus genes son
los estampidos de los explosivos de la
dinamita. Este valioso pez desde hace unos
siglos quedó tan marcado que es tanta la
desconfianza que llega a sentir, cuyas pisadas
de los bañistas que andan por la orilla o
cuando chirrían los remos cuando se va
bogando.Todo esto lo siente.
Por esto y por otras causas más, este pez se
deja ver muy poco, aunque casi siempre está
al pie de la rompiente a ras de la arena tanto
por fuera o por tierra donde las olas se
parten..Muchas veces de día sabemos que
donde estamos pescando hay robaliza y que
no quiere comer porque no le da la gana.
¿Cuales son las razones que le obligan en
pleno sol a comer a la cucharilla o al chivo y a
la carnada no y otras veces es al revés? ¿El
hambre? ¿La zuna?. Durante el año tiene
varias temporadas que pasa hambre doliente
y aún viendo la carnada delante de sus ojos
no la come. Pero de súbito y repente, un día
inesperado, calentando el sol a pájaro
muerto o bien cuando el tiempo está para
cambiar de borrasca, entran al chivo, a la
cucharilla y lo que se le ponga por delante.
Con el sedal de náilon cuando es del color del
mar ni el hombre ni el pez lo ve. Los
pescantínes de robaliza cuando este pez no
está para comer dicen que no está para
comer; y cando comen, dicen lo contrario.
Sabemos que todo ser vivo depende de su
alimento y cuando le falta, trata de buscarlo
a toda costa incluso emigra para poder
alimentarse. ¿Cuál es pues la conclusión de
que este pez cuando tiene hambre no come?
Todas las criaturas que viven dentro de este
planeta están sujetas a padecer como seres
vivos sus enfermedades y los peces también
se debilitan, y enferman y tienen falta de
ánimo de tal modo que a veces ni ganas
tienen de mover la cola, pero como los vemos
perfectamente vivos, nos parece que nunca
están enfermos. Hay una cosa muy curiosa
que todavía no se sabe el porqué del 99,99%
de las especies del mar comen mejor cuando
comienza a llenar el mar, Esto no es de hoy,
es desde el principio de la vida que todos los
peces comen con más afán en el comienzo de
subir la marea. ¿ Quién nos da la respuesta?
Las corrientes de llena siempre han traído
hacia la costa toda la clase de larvas y desde
que el mundo es mundo, los peces esperan
como los niños a su madre que a esa misma
hora tendrán algo que comer y además les
despierta más apetito y si en ese momento
están los sedales con cubiertos de cebo los
pescadores recuerdan que siempre que la
marea comience a subir los peces comerán
mejor Ellos comen una copia de la realidad
colgada por un hilo que casi nunca lo ven.
Esta es la razón por la que caen.
Con la carnada y anzuelo lo hacen cuando
tienen hambre. La lubina puede estar
verdaderamente transida de hambre, pero, a
la vez, padece la terrible desconfianza
miedosa y la angustiosa debilidad anímica, le
hace ser como es. Por esto, el pobre animal
no está para comer, como dicen los
pescadores de la lubina. Debe quedar claro
para todos los marineros y pescantínes de
tierra que, allí donde haya pez de la clase que
sea, aunque no coma en todo el día o durante
varias semanas, en una simple vuelta de la
marea, inicio de llenar el mar, (o comienzo
del flujo) en unos cuantos minutos tanto la
lubina como otros peces, comen a degúello.
Tanto los marineros como los pescantínes de
tierra han de saber que el efecto del agua de
llena para todos los peces del mar es una de
las mayores influencias para que entren a
comer, porque las corrientes marinas fueron
y siguen siendo las encargadas de traerles en
sus brazos las abundantes “calderetas” con el
desayuno, comida, merienda y cena. La
lubina, como el resto de los peces del mar,
depende de lo que le traiga la marea en su
regazo. El agua de llena es la llamada madre
en todos aquellos litorales donde sube y baja
el mar.
Tiene este pez una gran característica que no
se la encuentro a ninguna otra especie de
fondo por estos mares. Se trata de la mayor
concentración de esta especie que casi
siempre lo hace en las playas y en poca
altura. Sabemos que este pez marea por
todas las partes de la costa incluyendo las
playas que por general es la parte donde más
abunda. El fenómeno es: que de uno a dos
años se concentra esta especie en un punto
de la costa .No sabemos con certeza el
porque se concentra tan grande banco como
decimos, casi siempre en una playa. La
evidencia de los hechos están ahí porque
cuando las tarrafas se sorprendían por la
noche en pleno verano al encontrar tanta
lubina en un solo banco, se llevaban las
manos a la cabeza. Sobre todo verlas sobre el
fondo semi paradas bajo la fosforescencia de
la ardentía en las tres y cuatro brazas de
profundidad. Hubo tarrafas que de una sola
larga, ha cogido más de veinticinco mil kilos
de lubina y peces de dos, tres, cuatro kilos.
Esto nos lleva a pensar que toda la lubina
desovada sobre una gran extensión de costa
que llegadas todas casi a una edad, se
comunican entre ellas y lentamente se van
concentrando en la parte más fértil de esas
playas. En la costa también pasa algo
parecido porque la volanta de la lubina, es
testigo de coger y llenar toda la cubierta de
un barco de pesca. Si en esa zona donde la
volanta las ha cogido si fuese el cerco de una
tarrafa, la cantidad de kilos se multiplicaría
por cuatro. Pero las que se concentran en la
playa es otro proceso más íntimo de la propia
especie y, a esto nosotros lo denominamos,
“hacer playa” (quiere decir arribar o volver a
ver las mismas arenas de su playa donde
ellas se criaron mientras eran alevines.
Prueba de esto lo tengo palpado muchas
veces de este el puerto de Cedeira cuando la
mar moría de buena y en las playas de la
costa las olas eran pequeñas, en una
barquilla cuatro tripulantes íbamos a remo y
comenzábamos a la puesta del sol y ya
entrados en la noche cuando comenzaba a
llenar la marea ya nos veníamos. Tenemos
cogido a media bancada de lubina mediana.
De medio y de un kilo, pero pocas veces
róbalos de cinco y de seis. También era un
riesgo cuando la mar cuando la mar de
repente se volvía brava, entonces tenías que
ser bastante hábil para salir de los altos
golpes de mar para fuera hacia el mar libre
de lo contrario te mataban las olas. Era una
vida bastante dura, todo, para poder alcanzar
un trozo de pan.
La lubina presume de tener una carne
sabrosa y exquisita, por lo que casi siempre,
en todos los mercados, mantuvo un alto
precio. Se prepara de varias formas: casi
siempre entera y con cortes en sus laterales:
al limón, a la plancha, a la sal y en salsa.
También frita al estilo del marinero, con las
rodajas doradas y remojadas por las dos
partes con salsa de cebolla y con aceite de
oliva y bordeando el plato de las rodajas de la
lubina con rodajas de tomate