Yo me rendí. Porque más fuertes fueron
corazón; la ternura e inocencia,
fueron tan fuertes que pedí clemencia:
Me rindo, -grité-; ¡Ustedes vencieron!.
Oh! qué dulce fin, cuando ellos me vieron,
oh! el mirar de cielo, dos potencias,
vencieron sin un gramo de violencia,
en su paz mis murallas se cayeron.
Ah! la batalla que perdí, más bien,
por victoria contaré, y así ha sido;
que fui botín de guerra y no despojos.
Me llevaron como suyo también,
¿qué mejor pudo haberme sucedido?
¡caí vencido por sus tiernos ojos!