Me embriaga la pena de quererte mia y no tenerte.
Acumulo en mis pensamientos la idea de ti,
de tu cuerpo, la imagen tímida de tu rostro de niña
amontonándose dentro de mi.
Te vez tan inocente, te guardas dentro de ti
como la flor al anochecer.
Eres como un capullo de colombina.
Símbolo de la belleza,
escudo del encanto que guarda tu inocencia innata.
Ah, se me acaban las horas y pierdo con ellas
la oportunidad de verte, de sentir tu voz de caricia.
No estás para encumbrarte con mis elogios,
no estas para ruborizarte con mi devoción,
simplemente no estás y eso me apena.
Me pierdo en las ansias de estar contigo,
como queriendonos, regalando amor en cada beso,
durante la tarde, al caer la noche,
mientras compartimos caricias que hablan,
que dicen en voz callada -que alegría, cuánto te quiero-.