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Disipa en ti la Discordia

 

Disipa en ti la Discordia

 

Y encontré que ya no era,

que habiendo dejado de ser,

me esforzaba por saber

que era lo que no era.

 

Entonces vagué por la nada

de la cruel inexistencia,

buscando en su desinencia

el principio de la nada.

 

Cuando en oscura alborada

a mi mente llegó luz

era el “Cogito ergo sum”

que Descartes proclamaba.

 

Y viendo que yo pensaba

dime cuenta de que era,

y no era inexistencia

donde mi mente vagaba.

 

Sino que dentro de mí,

tratando de interpretar

lo que causaba mi mal,

nada viendo, me perdí.

 

Y perdido en el vacío

que el corazón llevó al alma,

confundí con la nada

la confusión de mi sino.

 

Y creyendo que no era

que había dejado de ser,

en vano quería saber

que era lo que no era.

 

Y he, que habiendo salido

de esta cruel transmigración,

a pesar de mi aflicción

algo bueno he aprendido.

 

Cuando el alma abatida

y confundida a su vez,

tengas, sin saber porqué

en tu camino en la vida.

 

No lo trates de enmendar

con tu propia confusión,

que no puede una infección

su propia herida curar.

 

Póstrate en constricción

Y en canto de “Sursum Corda”

Disipa en ti la discordia

En una plática con Dios.

Rafael