Muerto
Los frutos caen esporádicamente desde el enorme árbol,
(la acción inevitable del viento... y el propio peso),
el calor golpea mi rostro como furioso océano...
en el fondo del terreno, unos perros olfatean excrementos.
Ya es el cuarto vaso de caña que me sirvo
sin que consiga cambiar nada, en mí batallan
palabras y recuerdos, palabras que dijiste... o te dije,
recuerdos en imágenes de tiempos en que fuimos felices.
Con un muy pequeño esfuerzo puedo sentir
otra vez tu mano en mí... y la cercanía de tu cuerpo,
me ayuda el alcohol, con su callado fuego...
Ya no lloro ni grito... ni a Dios le ruego,
solamente dejo el tiempo pasar, y voy muriendo ¡por fuera!,
porque por dentro, desde tu adiós, ¡ya soy un muerto.!