Lo que un día yo vi en tus ojos: La inmensidad del cielo; el templo del Sol dominando en la ciudad perdida de Dios.
Lo que un día sentí al tocar tus manos. El calor del Gehena,[1] la hoguera en donde se retorcían quemándose mis más ocultos deseos.
Lo que un día pensé cuando besé tus labios: El paraíso terrenal, el árbol prohibido tentándome a probar los frutos más exquisitos del Edén.
Lo que un día viví cuando tus ojos, tus manos y tus labios se fueron para siempre. La inmensidad del cielo, el calor del Gehena y el paraíso terrenal se fundieron dentro de mi alma.
Mi Dios ha probado el fruto prohibido y fue condenado a vagar eternamente por el país del fuego fulminante del Gehena: va quemándose lentamente…
1Gehena: “Lago de fuego”. Infierno.
Maesevite.
Marzo 2009
[1] Lago de fuego: