guillermo jimenez

El caracol que nunca saliĆ³ de su concha

Nunca antes hubo en los arroyos veloces 


callados, pensativos, tiernos caracoles 


que saliendo de las hojas eternas se despeñaban 


silenciosas 


persiguiendo tímidas gotas de rocío imperpetrado. 


Duras noches de sigilo atormentado 


retumbaron por agujeros sin rumbo, 


esas conchas duras, imperecederas que 


descansaban sobre electrizantes piedras, 


acariciando de los hombres sus anhelos, 


tibios roces de los dedos descalabrados, 


y noche tras noche se escuchó la carcajada... 


la carcajada de una concha desnuda, 


clamando a los astros invisibles por la niebla 


la presencia de su amado cristalino, 


grisáceo, taciturno, 


sin addicar en su luchar atrubulado 


la última gloria de un amante sin corazón 


ni refugio. 


Guillermo