El tiempo se derrite
en nuestras manos
y el alma se nos desviste
cuando nos besamos.
Vamos quedando confesos
cada vez que nos vemos,
cuando a distancia los besos
se convierten en luceros.
Tus sueños enredados
transitan horizontes
y se quedan adormitados
entre susurros y voces.
Tus manos de seda
y tu mirada mansa
dormidas se quedan
abrazando la esperanza.
Tu piel de viento
tu sonrisa de flores
entre espacio y tiempo
cantan sus canciones.
Tiempo y espacio
no tienen medida
en el horizonte amplio
de nuestras vidas.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Bajo el Número 55620414
Maracaibo, Venezuela