Cuando el fin se aproxima -nos reinventamos-
De la nada surge un cómplice furtivo,
nos reúne para fundirnos en una misma piel.
Hablemos de rumbos -sin reclamos,
citemos juramentos para desquiciar al destino.
No sólo -pretendamos- llegar mañana,
impregnemos la ocasión -aroma sin detalles,
motivo deliberante -aire- compartido bajo la lluvia.
Huellas de protesta -justa vivencia,
la narración develará la incógnita grabada.
Somos los protagonistas de un temor insuperable...
Así, somos -simples almas de volátil tesitura;
Sin embargo, nos aferramos a esperarnos,
acariciándonos el alma al evitarnos,
sobre todo cuando descansamos -almohada intervenida.
Por todos esos sueños compartidos, y
exageradamente visibilizados como rumbos diferentes,
siento que nuestra despedida es la que nunca terminaría
porque en cada intento de olvido se reconstruye -el deseo.
Autor: Lilia Quituisaca Samaniego