clonariel

NOS DESVISTIÓ EL OCASO

Nos desvistió el ocaso

 

y un murmullo de silencio

 

nuestras almas anegó.

 

Por ti se pobló de flores mi boca,

 

cayó la tarde

 

con su ala dorada.

 

 

Amor, en el carrusel del viento

 

transitó tu gemido,

 

yo era un témpano de sol

 

y tu el agua herida

 

en la fontana de la noche.

 

 

Mi sangre recorrió el ámbito

 

de tu pálido cauce,

 

hasta unirse a tu abierta sangre

 

más honda que la mia,

 

y un bosque de placer

 

nos abrió sus raíces.

 

 

Pensaba yo que morías

 

con tu existencia completa,

 

pero sólo parecías una pluma

 

liberada.

 

La rosada luna

 

en lo alto abría un tragaluz.

 

 

La reja de la noche apresaba tu desvelo,

 

era río callado tu destino,

 

me observabas con ojos

 

agradecidos y mudos.

 

 

No quise desprenderme de tu vientre,

 

me quedé muchas horas

 

vigilando tu debilidad,

 

solitarios los dos

 

en medio de la nada.