Tan pronto Rhonda entró a su casa, notó que la casa estaba en un profundo silencio y pensó que su marido Robert había ido a recoger a Mia su hija de la clase de ballet y que todavía no habían vuelto.
Ella acababa de regresar de un importante viaje de negocios en Bangkok. Fueron tres dias de mucha intensidad y manejó cerrar un acuerdo de compra y venta para la compañía de tejidos que administraba. Habían sido dias agotadores y apreciaba estos momentos de soledad que la permitían dedicarse a ella misma. Se dirigió directamente a su habitación; abrió su maletín para sacar el necesario de toilet y se aseguró que el regalo que había comprado en Bangkok para Michael, estaba debajo de su ropa interior. Se desnudó; dejo su cabellera color caoba flotar libre sobre sus hombros, fué al cuarto de baño, el espejo de pared la devolvió un cuerpo torneado con lindos pechos y muslos apetitosos. Se anticipaba pensando en el baño de lujo con sales aromáticas que le quitaría la tensión y la lasitud que sentía y se deslizo en el agua espumosa. Enseguida sintió el alivio que le proporcionaba el agua caliente, suspiró de contento y se incorporó completamente en el agua observando como las burbujas de jabón subían a la superficie y explotaban. El recuerdo de Michael llegó a ella muy fuerte; cerró los ojos y evocó la mirada abrasora de él, inquisitiva, su sonrisa pícara y a la vez llena de dulzura que la desarmaba, sus labios golosos que la enloquecían y sintió un escalorfrió de gozo surcar su espina dorsal. Se habían conocido en una cena mensual de amigos suyos y de su marido. Cada mes se tornaban para hospedar el encuentro. Esa vez él, llegó con su pareja, una pelirroja muy alta y delgadíssima que con cada meneo parecía que sus caderas se iban a desarticular. Sus miradas quedaron enganchadas desde el primer momento y no se soltaron, tanta era la intensidad que Robert la hizo una escena cuando se fueron los amigos. Rhonda no decía nada, no podía evitar el efecto que le hacía Michael, sentía sus mejillas en fuego.
Cada encuentro era más intenso, no se tocaban, apenas intercambiaban unas palabras y sinembargo sentía como la piel la quemaba. El encuentro pasado se sentía tan humeda que enrojeció y se levantó de la mesa con un pretexto cualquiera y salió al jardín. Estaba por explotar tan fuerta era su orgasmo; sin esperar se metió el dedo en su vagina y comenzó a hacer movimientos circulares en todo su clítoris. En ese momento vió a Michael que se le acercaba, él no dijo nada solo la miraba y ella sintió fluir a raudales el deseo. Las cálidas manos de él empezaron a brindar precisas caricias a su cabello, su cuello,
sus senos, bajando hacia el monte de venus, estimulando sus puntos más erógenos, la colmaban de placeres. Permitió que aquel inmenso caudal de sensaciones la atrapara sin recato. Ella se mordía los labios para no gritar, tenía la rodilla de Michael masajeándole el clítoris, sentía el hervor de su vientre derramando fluidos con persistencia sobre la rodilla de él. Sus bocas se sellaron, escucharon voces acercarse y se apartaron no sin citarse para el día siguiente; tenían una hora de descanso para el almuerzo.
Rhonda oyó movimientos en la casa y pensó que Robert y la niña estaban de regreso. Se levantó, se vistió y fué al salón, Robert se le acercó y la abrazó efusivamente. Gracias dice.
- ¿ Gracias porque?- dijo ella.
- Por el regalo
- ¿ Regalo?- preguntó
- Si, el magnífico reloj, te acordaste que me gustaba mucho cuando lo vimos en Singapore.
- ¿ Me alegro te gusta, pero como lo encontraste?.
- Me lo trajo Mía, lo vio en tu maletin que estaba abierto y enseguida pensó que era para mi.
- Te quería hacer una sorpresa- dijo (la sorpresa me la llevé yo pensó ).
¿ Donde esta Mía?- le preguntó .
- Jugando con el perro en el jardín- dice.
Sali a buscarla, cuando me vio corrio hacia mi.
- Mamá, mamá estás de vuelta que alegría, no me gusta cuando te vas de viaje.
- Bueno, la verdad a mi tampoco, vamos a estar juntas por un largo tiempo mi amor.
- ¿Dime, mi vida que hiciste con la carta que estaba con el regalo?- la preguntó.
- ¿Carta?, no vi ninguna carta.
- ¿Estás segura?- preguntó Rhonda.
- Si, mamá.
- Bueno mi amor, dentro de un momento será la hora de tu baño, termina de jugar y entra a casa.
- Si, mamá.
Rhonda se alejó preocupada pensando que le habrá pasado a la carta.
Merche DemBar
safecreative1404280691832