En mi cuarto
contempla ensimismada
las lágrimas de la guitarra,
ahora tan inmóvil
y silenciosa como ella,
que con vehemencia
se entregó a mis labios borrachos
y se perdió en la bruma del éxtasis,
quiso arrepentirse
pretendió fugarse
pero ya era demasiado tarde...
los zarpazos de esa amada fiera
habían encontrado su corazón
aún palpitante
y enamorado,
la mujer desnuda en mi cuarto
ahora quiere quedarse
ya no intenta levantarse
hierbas, musgos, selvas,
volcanes, veranos, ríos, mares,
cielos, hechizos, sueños,
versos…
muchos versos,
demasiados versos,
crecen en su cuerpo;
la mujer desnuda en mi cuarto
es la resonancia
de la canción
de la poesía
en mi alma.
JOHN WILLMER