Subí, bien mío, a la esbelta montaña
Alfombrada de nubes,
Y logré esa tan romántica hazaña
En alas de querubes
Para gritar feliz cuánto te quiero
Y el eco complacido
Repita sin cansarse que venero
A quien en mi ha vertido
El mágico rocío del amor
Y en mi covacha fría
Ha dejado su prístino calor
Y su augusta alegría.