Esta paz, por fin
Esta paz que se siente en el ambiente,
¡Es suprema!
ya no hay llantos,
ni penas, ni ese suspiro que se subleva,
inquietando el alma,
matándola de tristeza.
¡Fue tu beso tan profundo, tan profundo!
e inocente, cual arrullo de los vientos,
con la calidez del beso sublime y enamorado,
que se pegó en mi mejilla,
acuñándose en el alma,
alma desde niña, aterrada de la vida.
¡Todo pasa, como pasa el tiempo!
coma pasa el frio del invierno,
el otoño y esa lluvia tan sombría
¡tan sombría, que hizo sombría mi vida!
Y tu caricia, tu caricia que extrañaba
la piel que cubre mi cuerpo.
Ahora…sale un sol,
sol tímido detrás de las montañas
Y poco a poco le da un nuevo calor a mi alma,
¡un suspiro, sí, un efímero suspiro!
se desprende de lo profundo de mi pecho,
y te pienso y te miro sonriendo y te pienso
nuevamente,
te recuerdo, no sé si dulcemente…
¡Ya, no duele el recordarte, ni el mirarte fijamente!
ni el saber que aún existes juguetón y alegre
en algún remolino del viento, o entre aguas dulces
tu acento, canturreando tus amores,
tus amores a los cuatro vientos.
Hoy mi cauce se ha secado…
¡porque mi llanto por ti, ha terminado!
imagino tus pies y tus manos
y esos labios, esos labios que un día me provocaron
y te veo…
y no logra tu imagen, iluminar mis pupilas
y no palpita ya mi corazón,
como cuando a veces ,
te miraba, te extrañaba, te adoraba
y te clavabas en mi alma herida
y mis labios invocaban tu nombre
en mis noches desoladas,
silenciosas y sombrías.
¡Todo pasa… todo pasa ¡
Y siento el perdón de Dios en mi alma,
Por malgastar las esquirlas
que quedaban de mi esperanza.
Por fin siento esa paz,
porque te puedo mirar,
sin que se sumerjan mis ojos en el oscuro firmamento
buscándote en cada estrella
corriendo ríos por mis pestañas,
viendo tu risa perdida entre tu mirada,
¡Sin que mis besos buscaras!
¡Todo pasa!
Y ha vuelto la cordura a mi estancia,
a mi mente, a mi alma,
esa alma que dejaste abandonada,
Hoy… ya te puedo mirar, sin ponerme a imaginar,
que en tus pupilas buscaba la luz oculta de mi esperanza .
¡Todo pasa!
Y me quedaré anclada
como ancla entre los mares…
en donde siempre me he quedado
luchando contra las borrascas,
sin viajar sobre esas nubes blancas,
donde no me toque el aire,
donde no me mire nadie
donde no vea el dolor
que alimenta mis pesares,
tal vez aquí y dentro de mí,
encuentre la paz que tanto buscaba
y, tal vez, un día te recordaré
o soñaré que fui por ti, amada.
Prudencia Ortiz Arenas