Ayer me desperté pensándote. Te recordaba sonriente,
prometiendo esas historias que poco a poco se oxidarían.
Y es inocuo el sentimiento, no así el desespero
de correr hasta la muerte y alcanzar tus brazos.
Es que no entiendes del amor, porque vas errando los pasos,
y después lloras cuando hasta la sombra se ha perdido en el camino.
¿No ves que me desangro? ¿Cuánto tiempo más crees que viviré?
no quiero verte llorar cuando la muerte nos culpe de ingenuos.
Y pasaré como el otoño, secando tu sonrisa, que ahora de marrón
intenta pronunciar mi nombre, y se desgarra.
Es que no entiendes del amor, porque no detienes tu carrera,
para pensar un minuto, para sentir esos segundos de ausencia.
¡Basta ya! ¡Invierno mátame!
que vivir en tus infiernos es mi única cura.
¡Basta ya!
Lemos Maximiliano Daniel.
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