Y el hombre aún tiene fe.
Ahogado en un mar de impotencia salvaje,
despojado de cualquier agrado ajeno
con un futuro incierto nace la desesperación
ese desprecio absurdo hacia una vida llena de errores o aciertos,
en este punto parecen ser lo mismo.
Feliz de cualquier banalidad trillada falsamente parecida al éxito social,
derrochando la vida esperando la reciprocidad
apagada por la avaricia y la comodidad humana
solamente unas cuantas monedas mentales en el bolsillo de la cordura.
La vida, no diferente a la de cualquier hombre
amores perdidos, encuentros lujuriosos desastrosos
amistades al olvido, corazones destrozados, espinas en el alma
ese pensamiento de mirarse sin sangre.
Y el sol no brilla en el alma
y la noche no esconde las heridas
simplemente ahogado en un mar de impotencia.
Simplemente el sentimiento de la vida misma.