Raúl Daniel

Nunca Hagas Algo Lindo A Escondidas

Nunca Hagas Algo Lindo A Escondidas

        (Historia verídica de Marcos y Ruth)

 

Estamos nuevamente en una encrucijada,

y yo no sé, mi amor, no entiendo casi nada...

¿cómo es que aún te hablo después de tus palabras,

después de tu maltrato durante dos semanas?

 

Me has hecho revisar otra vez mis sentimientos

(mis heridos y confusos maltrechos sentimientos),

yo te amo y te quiero (o al menos te quería),

pero pensaré muy bien lo que haré con mi vida.

 

Nuestra historia es increíble... ¡¿Quién lo creería?!

Vivimos como novios (cada uno con sus padres),

tú en tu casa con los tuyos (que son muy católicos)

y no sospechan siquiera, que es lo que te pasa.

 

Yo ya le conté a los míos que fue lo que hicimos,

y ellos lo aceptaron (aunque muy sorprendidos);

tú no te animas a enfrentar a los tuyos...

(tienes miedo a ofenderlos en lo que es su orgullo).

 

Que lo sepan o no, no cambian los hechos,

la locura que hicimos sólo tiene un remedio...

si ebrios de amor, pasión, ternura y sexo

nos unimos un día, voluntariamente y por completo.

 

No se trata sólo de que tenemos relaciones,

no se trata de ese simple repetido secreto,

es otro aún más grande... y es que nos casamos

ocultamente (porque querías demostrarme respeto).

 

Sólo dos testigos tuvimos ese día...

(ese treinta de septiembre del año dos mil),

fue así que lo hicimos porque así lo querías,

para amarnos sin miedo (dijiste) y hasta el fin.

 

Hoy estamos atrapados con dudas y recelos,

yo te pido que nos juntemos con la boda civil...

¡pero una boda a la antigua tú deseas tener!,

con vestido blanco... padrinos... y oropel.

 

Después de tu maltrato durante dos semanas,

me encuentro confundida, no sé muy bien qué hacer,

si deshacer lo hecho anulando el enlace...

o continuar el camino (¡que tanto quería ayer!)

 

Estoy arrepentida de haberme casado,

si en verdad me quisieras, enfrentarías las cosas,

dime; ¿qué soy ahora, tu amante... tu querida...?

¡yo quiero ser realmente tu verdadera esposa!

 

Dos años te entregué (sin reprocharte nada)

mi cuerpo y toda mi pasión desenfrenada...

¡abandona las reglas sociales!, ¿no comprendes

que me estás perdiendo... y no haces nada?

 

Consulté a un consejero la semana pasada

(debido a que ando tan confundida...)

me dijo: -“Nunca hagas algo lindo a escondidas...”

(y que vivamos juntos si en verdad nos queremos).