la negra rodriguez

SIGUIENDO TU HUELLA (parte tres)

Juegos de salto de soga;

juegos de resbaladera y sube y baja;

baños  bajo la lluvia;

cálidos abrazos maternales.

 

El salto de la infancia a la adolescencia, traía nuevas expectativas  para ti. Quizás en esa época, nos alejamos, porque yo aún seguía siendo niña y tú,  estabas en una edad en que querías  dilucidar las interrogantes que te  presentaba una naciente consciencia de clase.  Empezaste a cuestionar el sistema  social,   el por qué de la pobreza y la desigualdad. En el colegio tus nuevas amistades te hablaban de revolución, de guerrillas de cambios en la sociedad. Pero  tu amor por el arte, nunca se vio  desplazado. Entraste al  grupo de teatro del Consejo provincial, enseguida fuiste la  artista más destacada.  Y siendo una gran alumna, una gran artista, tus actividades  políticas te llevaban a ir a los barrios a enseñar  a tejer, a bordar, nutrición y otras cosas más,  que eran los planteamientos del  2Centro Juvenil Amistad” al que pertenecíamos todos los hermanos, lo primos y los amigos, yo era niña aún pero igual, asistía a las reuniones. Fuimos también catequistas en la parroquia “Nuestra Señora del Cisne” por todo   eso, te invitaron a participar en una   ONG,  el CES (Centro de Estudios  Sociales), tu ámbito  político y tus experiencias crecieron. Pero, algo andaba mal con tu salud,  tu corazón no  funcionaba correctamente y a pesar de ello nunca desmayaste en  todo lo que hacías.

 Luego me perdí en mis anhelos de irme a vivir a Cuenca y me alejé de todas  esas cosas. Como no me dejaron partir y luego de volver de mis largas vacaciones,   supe que habías formado un grupo de  danzas folclóricas, me gustaba ir a ver los ensayos, pero tú querías que yo participe y cuando me  decías: “negra ven a ensayar”,  yo salía corriendo, pero secretamente ensayaba y me sabia los bailes,   cuando me veía marcar los pasos en casa, te reías porque decías que parecía un patito bailando, pero me enseñaron  una coreografía que tenía que ejecutarla  con un  acompañante nada más  y  por ahí me agarraron y  empecé a bailar y fui la única que se quedó en ese mundo por más de treinta años. Tú me impulsaste a aquello que tanta felicidad me produjo. Cuando me contrataron para enseñar a bailar en una escuela, yo me sentía incapaz de hacerlo y tu  frase de siempre “anda negra tú si sabes”, me impulsabas siempre y de verdad me salían las cosas bien porque tú confiabas en mí.  Así me llevabas  a que forme grupos de danza comunitarios por las barriadas y buscabas eventos para que los jóvenes hagan sus presentaciones. ¡Cuánto diste a las comunidades hermana!

Tus pasos te llevaron a  querer ir más allá en las ideas revolucionarias y participaste en el MIR (movimiento de izquierda revolucionaria),  grupo al que  luego dirigiste de manera muy responsable. Tenías a tu mando un gran grupo de jóvenes del barrio y de los colegios,  muchos comités barriales a los que brindabas dirigencia y capacitación tanto política como cultural.

Esa eras tu hermana, con solo   diecinueve años, tu  figura ya se proyectaba para la inmortalidad.