Juegos de salto de soga;
juegos de resbaladera y sube y baja;
baños bajo la lluvia;
cálidos abrazos maternales.
El salto de la infancia a la adolescencia, traía nuevas expectativas para ti. Quizás en esa época, nos alejamos, porque yo aún seguía siendo niña y tú, estabas en una edad en que querías dilucidar las interrogantes que te presentaba una naciente consciencia de clase. Empezaste a cuestionar el sistema social, el por qué de la pobreza y la desigualdad. En el colegio tus nuevas amistades te hablaban de revolución, de guerrillas de cambios en la sociedad. Pero tu amor por el arte, nunca se vio desplazado. Entraste al grupo de teatro del Consejo provincial, enseguida fuiste la artista más destacada. Y siendo una gran alumna, una gran artista, tus actividades políticas te llevaban a ir a los barrios a enseñar a tejer, a bordar, nutrición y otras cosas más, que eran los planteamientos del 2Centro Juvenil Amistad” al que pertenecíamos todos los hermanos, lo primos y los amigos, yo era niña aún pero igual, asistía a las reuniones. Fuimos también catequistas en la parroquia “Nuestra Señora del Cisne” por todo eso, te invitaron a participar en una ONG, el CES (Centro de Estudios Sociales), tu ámbito político y tus experiencias crecieron. Pero, algo andaba mal con tu salud, tu corazón no funcionaba correctamente y a pesar de ello nunca desmayaste en todo lo que hacías.
Luego me perdí en mis anhelos de irme a vivir a Cuenca y me alejé de todas esas cosas. Como no me dejaron partir y luego de volver de mis largas vacaciones, supe que habías formado un grupo de danzas folclóricas, me gustaba ir a ver los ensayos, pero tú querías que yo participe y cuando me decías: “negra ven a ensayar”, yo salía corriendo, pero secretamente ensayaba y me sabia los bailes, cuando me veía marcar los pasos en casa, te reías porque decías que parecía un patito bailando, pero me enseñaron una coreografía que tenía que ejecutarla con un acompañante nada más y por ahí me agarraron y empecé a bailar y fui la única que se quedó en ese mundo por más de treinta años. Tú me impulsaste a aquello que tanta felicidad me produjo. Cuando me contrataron para enseñar a bailar en una escuela, yo me sentía incapaz de hacerlo y tu frase de siempre “anda negra tú si sabes”, me impulsabas siempre y de verdad me salían las cosas bien porque tú confiabas en mí. Así me llevabas a que forme grupos de danza comunitarios por las barriadas y buscabas eventos para que los jóvenes hagan sus presentaciones. ¡Cuánto diste a las comunidades hermana!
Tus pasos te llevaron a querer ir más allá en las ideas revolucionarias y participaste en el MIR (movimiento de izquierda revolucionaria), grupo al que luego dirigiste de manera muy responsable. Tenías a tu mando un gran grupo de jóvenes del barrio y de los colegios, muchos comités barriales a los que brindabas dirigencia y capacitación tanto política como cultural.
Esa eras tu hermana, con solo diecinueve años, tu figura ya se proyectaba para la inmortalidad.