Con el pecho gallardo cual soldado
sacudiendo las alas, buen gallito,
con tu armonioso canto mañanero
vas rasgando el silencio de la aurora.
Como alabanza a Dios, echas tu canto.
Por tu quiquiriquí, cual clarinada,
los pastores y arrieros se despiertan
y cierran sus ojitos los luceros.
Tu plumaje color plata en la luna
y en el sol resplandece como el oro;
para tus cien gallinas buen amante,
con tu porte de macho codiciado.
Gallito no descuides tus dominios
ni deambules por otros gallineros,
no vaya ser que por aventurero
otro gallo te encaje un espuelazo.
Y regreses sangrando y cabizbajo,
pero es mejor que esto te sucediera
antes que una pedrada en la cabeza
te haga añico los sesos y quedes tieso.
Sigue cantando en tu jardín de ensueño
de rosales y dalias florecientes;
canta, canta gallito noche y día
que para eso el Señor te dio talento.
Eugenio Sánchez