1- ESTIGMAS
Sus pies andaban mas abajo
que la herida del lodo,
parecían anclados en las tumbas
submarinas de algún riacho.
Cada vez que la vida rifaba su cubilete de suerte
caminaba la esperanza en sus cejas
y caían como balcones de frías mariposas
al resultado de los dados/
En sus labios apenas ardía el ascua derrotada,
su boca no hallaba el producto del aire
en sus lastimados pulmones/
Ya al agua no era fresca en las flores marchitas
y los labios de septiembre guardaban la distancia/
El sol la miraba de la sombra
y el árbol donde apoyaba sus múltiples madrugadas
dejó el amago en un saludo de piña negra/
El nevado celeste de sus muslos
invadido por el musgo
y por dentro...
lloraba su alma de lamento
al ritual de un muro desconocido/
Había humedecido sus dones en abultadas trasnochadas
donde su corazón hoy frío antes reía con sutil rugir de catarata/
Las aves trinaban en desafino sus tristes verdes primaveras/
Su mirada de antro percibía los astros evasores
y de la luz sólo reconocía una inútil sombra adelgazada/
Ya ni el brazo del fuerte hombre sostenía sus moles lacrimosas
cayendo como ancestrales rocas
en un diluvio de montes/
Antes cantaban sus islas de agua,
ahora arrastra sus viejos pechos de uso
como dos uvas muertas sin madre parra/
Perdió su tiempo del ciclo en el segundo
y su hora majestuosa evaporada
en el siglo de la despedida/
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2- EL SOL MURIÓ EN SUS PESTAÑAS
El sol murió en sus pestañas,
cayó rodando
entre la fila del fuego,
de tanto robar a la vida y no dar nada a cambio
resquebrajó sus uñas de esmalte,
afán de su propio arte.
Maquillaba sus asaros
con perfumadas rosas y la oquedad solitaria
la halló llorando gotas de nada.
Se fue en una apagada mañana
sin más visitas que sus reflejos.
Se enterró en deseos sin nombres
con un corazón lleno de agujeros.
Como una momia fagocitada.
No hubo honores.
Se derrumbaron sus pechos
de plástico antes de entrar
al rectángulo de los osarios.
Había muerto el sol
salpicando la cresta de sus veranos.
En la forma de la luna dejó cenizas en el lecho
mudo entre la penumbra sin vértigo.
Con las aristas clavadas de la astilla,
los horrores de la sangre disueltos
en espejos de rostros sin mote/
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