Bien le ha valido la pena
por largo tiempo aguardar
al ver que al fin ha logrado
su anhelada estrella alcanzar.
Con vehemencia la buscaba,
en su mente la vislumbraba,
aparecía y se le esfumaba,
y todo lo que lleva dentro
en lo hondo se guardaba.
Brillaba en su pensamiento,
titilaba en el firmamento,
latía fuerte su ardiente pecho,
deseando tanto aniquilar
el tedio del terrenal tiempo.
El destino ha decidido
que aguardar no debe más,
ha ocurrido dulce encuentro
y con creces ha colmado
su prestancia y serenidad.
Oh, cuán preciada estrella,
a su lado se encuentra ya,
y siente cual si estuviera
en el Paraíso Terrenal.