Oscar Castro Araya

ANGOL DE LOS CONFINES

El Picoiquén y el Rehue

se abrazan en el centro de Angol

y en su diálogo claro-turbio,

cuentan la historia de la ciudad:

más de cuatro veces centenaria,

seis veces destruída,

siete veces construída.

 

El mapuche defendió su tierra,

a lanza, malón y grito

y el español volvió y volvió

en su empeño de sangre y siglos.

 

El colono,

con la esperanza y su trabajo,

vino a multiplicar las semillas

a esta tierra prometida.

 

Nahuelbuta te refugia a sus pies

y la araucaria milenaria,

te mira desde lo alto

y en su almanaque,

registra tu historia.

 

Lenta, callada, te arrinconas en el tiempo

y yo quiero despertarte con fábricas,

con trabajos, con usinas.

 

Y en mis sueños te veo oscurecer,

se ennegresen los árboles,

las calles y las flores

y en el rostro de los niños,

se vé el negro de los hollines.

 

Y entonces....te prefiero lenta,

te prefiero hermosa y bella,

como eres, Angol de Los Confines.