soneto
I
Las naranjas del día se van durmiendo
agotado recuesta sus alcores,
perfumando con todos sus olores,
de la noche, los negros, van abriendo.
Graciosa la luna extiende su rayo,
hebras de lana reflejan la nube,
en el cielo hilos de oro, de un Querube.
La más linda tarde del mes de Mayo.
En concierto de aurora golondrina,
cierro los ojos y mi sueño extraña
ver potreros de la tierra Argentina.
Vuela el pensamiento en vaga rutina,
la bruma presiente el frescor de España.
Por mí, fluye la sangre más chapina.
Rafael Mérida Cruz-Lascano