Y la vida se empeña en hacer de la mujer un ser frágil y dependiente,
y ella se niega una y otra vez a asumir tal condición.
Corre, no nada, corre en contra corriente
y la vida ejerce más presión para arrodillarla, para domarla,
ella, esa mujer, con las rodillas agrietas y la espalda adolorida
vuelve y se levanta, dominando las ganas de doblegarse y ceder,
empieza otro día repitiéndose “hoy será mejor que ayer”…
una y otra vez, hace de ese secreto deseo su vara de sostén…
Verónica Ballester Wú