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Yo arropo los gemidos de tus sueños,
acunando la pena y el beso menguado.
Voy curando las noches de tiempo,
de labios resecos sin voz,
siempre de vos…
pero sin remitente, ni eco.
Voy pactando con la sed,
con el ahogo;
Y pacto no, por convertirme en recuerdo,
¡Pacto por ser impulso hambriento!
el placer en las venas,
el inconciente naufragando,
o el atrevido zarpazo de un pensamiento.
Lentamente dejo respirarme
Palparme…
Inhalarme por tu viento,
Ser impecable amarillo,
la luz extinguiendo el vacío
la razón, la decisión perfecta;
voy creciendo paso a paso.
Y dejando florecer la idea,
¡tu idea!
Me voy atando a tu aliento.
Porque no solo arropo los gemidos de tus sueños,
también cohabito en el silencio,
en el mismo delirio atribulado,
en la no palabra, en el deseo
y aquí… en este verso inacabado.