Ha volado el pajarillo
buscando un abrigo, en vano.
Le estaba el frío acosando.
La noche ya estaba cerca
y encontró una mano abierta,
allí encontró su refugio.
No importó el silencio burdo,
tampoco afectaba tanto,
los fríos ojos en blanco
de ese hombre de granito.
Sólo buscó el pajarito
algo de calor humano.
Allí se quedó temblando,
ya ni a sus alas despliega.
La noche llegó y aprieta.
Bajo el miedo y bajo el frío
allí se quedó dormido,
entre los dedos de piedra.
© ESCRITOR INGEL LAZARET