Vivía en la calle de la Tristeza
sus ojos verdes de luna en celo
los labios eran muecas de cereza
negro su pelo.
En el opaco bar de humo de la esquina
resbalaba una lágrima por cubata
me contaba su historia, estaba esquiva
me quitó la corbata.
Fumamos unos cuantos canutos
en su ocre habitación destartalada,
duró el efecto unos cinco minutos
y se quitó las bragas.
Bajo el ombligo, un reloj de arena tatuado,
cuenta mi tiempo que sin piedad se aleja
no quiero estar mucho tiempo a tu lado
péiname mi maleza.
Las paredes húmedas y cansadas
fueron los únicos impávidos testigos
olían a denso frio de madrugada,y dijo:
¡Come mi trigo!
El colchón agobiado por la prisa
con ritmo de caballo desbocado
y de pronto estalló con una risa
¡ya hemos acabado.!
Te he escogido por extraño esta noche
disfruto de lo fugaz su gran belleza
mas nunca vuelvas a mi enlutado porche
de la calle Tristeza.