Ni amapola desahuciada,
ni gastado lirio, ni muerto sombrero,
mi amor por ti es una rápida espada
y mi alma es un árbol,
deja que el lecho lo ocupe
la primavera.
Tu pálida transparencia despojo,
agitas en tu vientre la luna recostada,
son tus brazos dos ríos solitarios,
te cruza el cometa rojo de mis ansias.
Soy lo que soy, amante, en tus ojos
calientes. Contigo la agonía apresurada
no hecha raíz en mi sendero,
ni deposita en mi carne el dolor su
cementerio.
¡Corre conmigo sobre el viento de madera,
agita tus cabellos en la danza enamorada!
Reúne para mí los colibríes de tus dedos,
hazme guarida de pinos
y noche solitaria.
Tu corazón es una siembra,
labrado con el sol y el sueño,
déjame servirte como segador iracundo
con la ceniza del tiempo
en su frente.
Tu alegría es reflejo de la aurora,
mi risa irá durmiéndose
sobre tu rosa perpetua.