Ese café que me quita la resaca de encima,
siempre sabe mejor fuera de casa
que me quita el deseo esperanzador,
demacra mis sueño sin pasión.
Frente a la ventana bebo mi café sabiendo tan bien
que entiendo que ya no pertenezco acá…
y veo todas mis preocupaciones en
mi café que se enfría entre mis manos
acompañado de un sabor nostálgico con azucar.
porque mi cafe luce dulce,
cuando ya se acabe, partiré de nuevo,
en busca de ese mal café que
desabrido por las mañana, me despierte
y cargado y amargo me acopañe en las noches
que me diga que estoy en casa.