Adulterio
Vea Doctora, no le miento,
ni tampoco ocultaré cosas que pienso,
si he venido a verla es por algo...
y es que he sido acusada de adulterio.
Mi marido presentó ante la justicia
ya los cargos, y va a juicio
el reparto de los bienes...
el lavado del honor...
la tenencia de los hijos.
Sí, es cierto, me encontró con otro hombre,
no lo niego...
y no crea que de ello me arrepiento.
Si pasó fue tan sólo y justamente...
¡porque había llegado el tiempo!
Hace más de veinte años nos casamos,
¡cuán hermoso fue al comienzo...!
yo recuerdo nuestros planes, nuestros sueños...
los románticos momentos...
sus caricias y sus besos...
las promesas del eterno sentimiento.
Siempre supe y entendí que su trabajo
le llevaba mucho esfuerzo,
y, en mi casa yo, procuraba
que un oasis encontrara a su regreso.
Pero, paulatinamente, él fue cambiando,
ya no era cariñoso como antes,
regresaba cada vez más tarde,
y a mi justo requerir, se hacía el huraño.
Una vez me castigó (nunca lo olvido),
y también amenazó con ausentarse,
yo fingía por los hijos
(pero ya sabía que tenía una amante...)
Tal vez fui tonta o cobarde
y no hice que respete mis derechos,
permitiendo que se sumen tantos hechos,
que llevaron hasta el punto de odiarle.
Yo no sé si usted entiende de estas cosas
y seguramente me hallarán culpable,
pero, a mi manera ¿sabe?
simplemente, lo que hice fue cobrarme...
¡Yo me siento la víctima... estafada!,
¡me robó la juventud y la ilusión!,
¡es por eso que lo hice en su cama
y elegí como hombre a su patrón!
Solamente quiero... abogada,
que le pida por mí... ¡perdón a Dios!