Desearia verte como te vi ayer,
con los ojos del alma y del rostro
con caricias por doquier.
Abrumado, acepté verte partir
y sollozando comenzó a llover,
gotas ardientes me queman al prohibir
besar tus labios como lo hice ayer.
Yo soñé cabalgar junto a ti,
juré estar a tu lado
en los murmuros del arrollo
y en el horizonte sin fin.
En tormentos he de atravesar
caminos frondosos y resplandores blondos,
noches azulejas y océanos hondos,
en mi tormento resistiré.
En jardines otoñales solía recitar,
los versos ya no llenan,
el sentimiento se disipa, los rumbos se deshacen,
la disonancia espiritual.
En tormentos he de atravesar
áridos desiertos en vasta soledad,
laberintos desolados, acertijos sin lugar,
en mi tormento resistiré.
Solitario el ocaso he de presenciar,
las nubes de plata, el ímpetu del mar,
los colibríes en su vuelo y melódico cantar,
el manto estrellado recostado en el gramal.
Recorro tu cintura por última vez,
observa mis luceros, derraman lágrimas sin cesar,
aprieto tus manos por última vez
y camino lejos sin voltear a atrás.
En tormentos he de atravesar,
anchas estepas y lluvias de sal,
en mi tormento resistiré
cumplir la promesa de no verte más,
me despides de ti aunque no quieras aceptar
que sin mi no presencias la paz mundial,
aunque mi cuerpo no sientas
tu tambien resistirás.
No te preocupes por mi,
y haste cargo de ti,
soy un hombre y el dolor no vencerá,
no toleras mi ausencia
y aunque no lo esperes, de mi te olvidarás,
no te desesperes, ni pierdas la cabeza
aunque pierdas la razón
tu tambien resistirás.